Vol. 20 (2017)
Artículos

Sales y donaires: el joven Góngora contra los tiranos en el registro de la minutio

Mercedes Blanco
Université Paris-Sorbonne, CLEA
Biografía

Publicado 2018-05-24

Palabras clave

  • donaire,
  • sales,
  • minutio,
  • Góngora,
  • polémica

Resumen

Córdoba, que no vindicaba en el XVII su pasado árabe, si lo hacía con su también brillante pasado romano, y contaba entre sus ciudadanos ilustres a los dos Sénecas y al sobrino del Séneca filosófo: el poeta Lucano, autor de la Farsalia, segundo gran poema épico de la Latinidad después de la Eneida. Estos autores de primera fila en el canon clásico podían representar para el cordobés don Luis de Góngora, nacido en 1561, lo que eran los héroes clásicos, Hércules o Eneas, en las genealogías inventadas de las casas reales y aristocráticas: antepasados ilustres que aseguraban que su linaje (siendo la patria una modalidad de linaje) estaba desde antiguo destinado a grandes cosas. Juan de Mena, el mejor poeta de la España del XV, cordobés también, representaba la continuidad y el vínculo medieval entre los antiguos romanos Lucano y Séneca, y el Góngora a quien sus aficionados celebraban como el gran poeta de la España moderna. Traza esa genealogía imaginaria uno de sus primeros biógrafos, el cronista don José Pellicer y Tovar, autor de las Lecciones solemnes a las obras de don Luis de Góngora, publicadas tres años después de la muerte del poeta (1630):

 

Nació jueves once de Julio año de mil y quinientos y sesenta y uno, en Córboba, ciudad populosa, antigua, y príncipe de la Andalucía, cuyo clima felicísimo, con generoso tesón y porfía noble, en todos siglos está enseñado a llevar grandes espíritus y los mayores del orbe todo. Nacieron Séneca, Lucano, primero; Juan de Mena, después; don Luis, ahora, en quien apuró lo mas generoso y acendrado de su constelación estudiosa, tanto que para ser famoso este pueblo dichoso, todos le sobran, sólo este hijo le bastaba, que ni la amenidad de su sitio, la fertilidad de sus campos, la excelencia de sus edificios y la nobleza de sus ciudadanos la darán tanto renombre como él, pues de la grandeza de Esmirna, ciudad principal, delicia de la Asia y patria de Homero, solo el nombre de Homero sabemos[1].


[1] Pellicer y Tovar, Vida de don Luis de Góngora, f. 1v. Modernizamos según la edición electrónica, crítica y anotada, citada en la bibliografía.