Resumen
Entre otras presencias del arte en el Quijote, resulta de interés el comentario sobre las «sargas pintadas» de la venta en el final de la novela (II, 71), porque funcionan como nuevo dardo contra Avellaneda en alianza con el mal pintor Orbaneja, al tiempo que permiten comprobar el valor coetáneo del arte tapicero en tanto parece fundamentarse en alguna famosa serie de arazzi.